CRUCE DE CAMINOS
“Códigos y cadenas”, el post que figura unas líneas más abajo, es el último post de das Mystische. O puede decirse también que es el penúltimo y que éste mismo post que ahora leen, en realidad, es el último. “Códigos y cadenas” agota una manera de decir las cosas. Y he llegado a la conclusión de que, antes que acabar inútil y agotado, mejor un cambio de aires. He buscado un lugar en tierra de nadie, en un cruce de caminos, y allí he dispuesto otro hueco en el ciberespacio donde almacenar palabras. En principio, no me resulta sencillo imaginar si seré o no capaz de que cambien las cosas; al menos, la manera de expresarlas. Porque soy consciente de que los temas de reflexión serán, a menudo, los mismos que se han dado cita en das Mystische. Pero tengo la intención y el deseo de que, en algún sentido, de alguna manera que no soy capaz de precisar todavía, algo cambie. Sólo el tiempo dirá si esto es posible o no es posible. Pero creo que ha llegado el momento de intentarlo. Por otra parte, tampoco hay que darle mayor importancia a estas cosas. Hoy resulta más difícil encontrar a alguien que no escriba en un blog que a alguien que no utilice esta herramienta; cada día, un blog se abre y otro se cierra. Y lo que yo escribo, además (y ahora estoy más convencido que nunca), no resulta imprescindible para nadie. Bajo la atenta mirada de Stanley Cavell y de Ludwig Wittgenstein, mis filósofos guía, seguiré dándole vueltas a determinadas cuestiones filosóficas; pero también bajaré un escalón en el nivel de las cuestiones: no me creo capacitado para tratar ciertos problemas desde un punto de vista puramente “filosófico”; no estoy capacitado para ello. Me limitaré, por tanto, a dibujar pequeños mapas cartográficos donde se vislumbren juegos, ejemplos, esbozos y aproximaciones, pero con la comprensión y la convicción segura de cuáles son las posibilidades reales del juego. Así, pienso, disfrutaré mucho más jugando. Y creo que se trata también de esto, de seguir disfrutando. Para terminar, agradecer a todos los que alguna vez se han asomado por esta página. Y a los amigos, confidentes y cómplices, a todo el mundo, invitarles a visitar y acompañarme en el nuevo emplazamiento, en el nuevo almacén de palabras, en el cruce de caminos. Si no hace mucho citaba a Elías Canetti, a vueltas con la idea de la identidad personal, de la unidad de personas que me constituyen, acabo ahora con una cita de Paul Valèry que sirve, creo, para reforzar esta idea, y para mostrar a las claras que una parte de mí se marcha de viaje, y que otra vuelve, sin que pueda precisar cuál de las dos está equivocada. “El número de rostros incompatibles –escribió Valèry- que puede aplicársele a alguien pone de manifiesto la riqueza de su composición”. Una composición, en mi caso, les aseguro, verdaderamente incompatible: de una incompatibilidad manifiesta. Y en cuanto a la riqueza de composición, no nos engañemos: se trata tan sólo de un espejismo.
Así que, ¡un abrazo y hasta siempre!
Den un paso al frente y decidan.
Ahora se encuentran ante un CRUCE DE CAMINOS.
Y deberán elegir el suyo.
5 comentarios
Anna -
Fins sempre!
Enrique -
sus -
Enrique -
JuanPablo -
un gusto seguir leyéndote